Bloqueo

Hay quien dice que lo peor de escribir es enfrentarse a la temible hoja en blanco, pero mucho peor aún es la página a medio escribir. Una página en blanco es un mundo de posibilidades, todo puede pasar, y la elección entre una infinidad de historias puede bloquear  nuestra pluma o teclado; sin embargo, cuando el bloqueo llega teniendo una parte de la narración escrita, más de la mitad de esas posibilidades desaparecen, ahora el autor debe crear a partir de lo que ya ha escrito y no hay invenciones posibles.

Algo parecido le sucede al joven escritor del 4º derecha, que lleva casi tres horas sentado frente a la pantalla del ordenador, dándole vueltas a toda la historia, analizando todas las posibilidades que le quedan. Pero solo hay una opción correcta, y él lo sabe. Lo sabe perfectamente. Sabe que es la única forma de terminar su historia de manera razonable, pero no puede terminarla así, simplemente no quiere terminarla.

Ellos dos llevan ya tres horas sentados en aquel banco del parque que es solo suyo, mirándose a los ojos, buscando una respuesta el uno en el otro. Ambos se preguntan si él se levantará del banco para marcharse de una vez por todas, o si se decidirá a quedarse con ella. Si ella le seguirá o si preferirá quedarse y seguir su sueño. Y así van a seguir hasta que el joven autor decida darles un final. Un final que ya tiene pensado pero que se niega a escribir, porque el muy inocente les ha cogido cariño.

Es un gesto inocente, sí, pero a la vez es comprensible, es su primer gran proyecto. La historia en sí no es ninguna maravilla revolucionaria. Sobre el papel no es más que otro caso de chico conoce chica, se enamoran y tienen una bonita relación con algún que otro problema. Pero el joven autor del 4º derecha es primerizo, y ha puesto su corazón en esta pareja, les ha acompañado a lo largo de toda su relación, en sus momentos más íntimos. Se ha pasado poco más de dos años y medio creando la historia de estas dos personas, involucrado por completo en sus vidas. En cada mirada, en cada pelea, beso o pensamiento que hubieran tenido el uno sobre otro, él había estado presente. Y no solo en estos momentos, que habían cimentado su relación, sino en cualquier otro momento de sus vidas. Ya fuera como observador, o como creador. Él los ha creado y poco a poco se han ido convirtiendo en una parte de él. Y ahora no quiere separarles, no le parece justo.

Por otro lado, si le ha dedicado tanto tiempo a una historia de amor tan normalita, es porque quiere que quede bien estructurada, con unos personajes consecuentes, y eso impide que sea posible cualquier otra opción que no sea la separación. Porque ellos como personas, y él como escritor, han tomado una serie de elecciones que les han llevado a esta situación inevitable, sentados en aquel banco. Aunque también es cierto que, como autor, podría cambiar estas decisiones del pasado, alterarlas para que desemboquen en un final más alegre y más justo.

Podría hacerlo, en efecto, y podrían pasar dos cosas: Primero, que una vez llegado a este idílico final, la historia no resulte interesante y los puntos clave de su relación no parezcan tan importantes, ni los bonitos tan arrebatadores, que las peleas no resulten tan intensas ni las reconciliaciones tan acogedoras; o segundo, que pasando todo esto, la historia no tenga ninguna lógica, y carezca de consistencia, es decir, que no se sienta completa.

En ninguna de estas dos situaciones nuestro autor del 4º derecha se sentiría realizado como escritor, y peor aún, el público no se sentirá realizado como lector. Y aunque en la opción original esto no resultaría ningún problema, sería en el aspecto personal en el que en el que el autor no se sentiría completo. Actuaría como un dios dictador y opresor que antepone su fama a la felicidad de dos personas hacia las que siente un gran apego. Del mismo modo, sabe que esta misma pareja, al final del día, está formada por personajes, seres creados por su imaginación. Irrealidades. ¿Es capaz de fallar a los lectores, a su agente y a sí mismo con tal de asegurar la alegría de estos dos seres inexistentes?

Lo cierto es que por momentos lo cree y se lo plantea seriamente, como temiendo decepcionar a la pareja. Pero pronto recuerda que no hay forma posible de que esto ocurra, que por muy bien que los conozca, ellos no tienen constancia de su existencia, de que no los ha hecho tan perspicaces como para entender su condición de personajes dentro de una novela y rebelarse contra su autor. Llorarán y se enfadarán, sí, pero no culparán a nadie más que a sí mismos.

Al terminar la quinta hora parece decidido a poner el fin necesario a su historia. Se ha incorporado, ha juntado sus manos para estirarlas y hasta ha crujido un par de huesos.

Comienza a escribir…

Y recuerda que hay otro final posible. Un final que había descartado hace ya tiempo, pero que ahora podría no encajar mal. Uno de los dos podría, en efecto, renunciar a sus planes y sueños, para apoyar al otro y estar juntos. Habría que alargar un poco más la historia, pero podría mostrar cómo se desarrolla la relación desde ese punto. Cómo poco a poco surge el resentimiento en la persona que ha sacrificado su sueño, cómo se abre una brecha que lentamente borra el amor entre la pareja… Y así, sin odio, día a día, mes a mes, el amor desaparece por completo, hasta que un día ambos se dan cuenta de esto y descubren que no están hechos el uno para el otro, o de que han dejado de estarlo.

Ya ha descartado por completo que puedan terminar juntos, ese final no le corresponde a esta historia, eso lo tiene claro. Esta pareja, tal y como la ha creado y dirigido, no está hecha para eso. Lo que debe decidir ahora es si hacer el corte en este momento, mientras se miran el uno al otro sentados en aquel banco, colmados de amor, o dejar que la relación se muera sola. Obligarles a decir adiós debido a las circunstancias, o darles el tiempo suficiente para ver la verdad por sí mismos.

La primera ruptura es dolorosa al principio, pero como ya hemos dicho, no están hechos el uno para el otro, y terminarán superándose tarde o temprano; la segunda ofrece un sufrimiento más prolongado, no se trata de la separación forzada de un amor verdadero, sino del lento descubrimiento de que el sentimiento procesado no es el adecuado. Con una opción idealizarán a la otra persona de forma romántica, pero puede que la otra les lleve por un proceso necesario para entender qué es el amor, también se podrán redescubrir como buenos amigos en vez de como amantes, pero también es posible que la separación brusca les ayude a encontrar a la persona adecuada en otra parte.

Mientras ellos siguen en el parque, el autor deja salir un largo suspiro y se levanta de la silla para tirarse sobre la cama. Llevan ya casi seis horas sentados en ese banco que es solo suyo. Y ahí seguirán, mirándose y abrazándose hasta que el joven del 4º derecha se decida a moverles de allí.